La mañana del 1 de diciembre de 1948 no sería igual a todas las demás en nuestro país, pues luego de una basta carrera militar, en nuestra nación por fin se pondría fin a lo que el mismo expresidente José María Figueres describió como sanar la herida que contenía una hemorragia al abolirse el ejército.
Costa Rica se encontraba ensangrentado por los diferentes actos militares y Golpes de Estado que en los que incluso, recientemente, habría participado el mismo “don Pepe”, como le conocían.
Dirigido hacia el cuartel Bella Vista ubicado en el corazón de San José y ya no con su habitual traje de fatiga militar sino con un sobrio traje color negro y un maso de seis kilos, “Don Pepe”, comandante en jefe de nuestro ejército, decidió golpear uno de los torreones, como acto simbólico de la Abolición del Ejercito.
Luego de eso, le entregó al entonces ministro de Educación, Uladislao Gámez Solano, unas llaves doradas entrelazadas con la bandera de Costa Rica como muestra de que ahí se alojaría el nuevo Museo Nacional.
Cambiar las armas por los libros, soldados por maestros, cuarteles por museos sería lo que definiría nuestra identidad como costarricenses y hoy 73 años después, se conmemora en Costa Rica este acto por todo lo alto, al permitirse vivir en un país de paz, donde los niños crecen sabiendo que nunca tendrán que asistir a una Academia Militar, sino más bien, con la oportunidad de crecer en conocimiento para engrandecer cada día a Costa Rica.