A finales del año 2020, el país estaba en la situación más crítica y aumentaban las agresiones frente a la Casa Presidencial por las protestas contra las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, por lo que varios costarricenses sugirieron –sin éxito- al diputado Eduardo Cruickshank prepararse para asumir la Presidencia de la República.
“Mi respuesta fue siempre un rotundo no. Dije que en esas circunstancias no querría ser el sucesor en el mando, porque nací, me eduqué y me formé en democracia y creo en la institucionalidad de este país”, respondió Cruickshank, para entonces Presidente del Congreso.
Así se narra en el libro “Historia de una Presidencia”, escrito por Eduardo Cruickshank, que se publicó esta semana en el país. El libro de 200 páginas, escrito en primera persona, describe con franqueza los sentimientos y posiciones que rodearon los temas más álgidos en la discusión parlamentaria durante el año en que Cruickshank fue presidente del Congreso, entre mayo del 2020 y abril del 2021.
“Si tuviera que definir cómo fue este año en la Presidencia de la Asamblea Legislativa, tendría que decir que fue “sumamente complejo”. No hubo un solo mes en que el Congreso no tuviera que decidir sobre algún tema difícil y conflictivo”, concluye el autor, tras comentar algunas de las 136 leyes aprobadas y los principales asuntos que hicieron noticia en ese período.
El libro incluye también un prólogo escrito por el historiador Vladimir de la Cruz quien asegura que Cruickshank fue un presidente “a la altura de los tiempos que le tocó vivir”.
“En mi perspectiva, Eduardo Cruickshank Smith fue un gran presidente legislativo para el momento que le correspondió vivir y dirigir el Poder Legislativo. Lo hizo con sabiduría, ecuanimidad, transparencia y decoro, y supo aquilatar las fuerzas legislativas que tenía en el Plenario, las que se movían a su alrededor y las que giraban fuera del edificio de la Casa del Pueblo; conoció sus fortalezas y debilidades, pero con la seguridad de poder sacar adelante la tarea que se le había encomendado, como bien lo hizo”, escribió Vladimir de la Cruz.