“Ha llegado la hora de perfeccionar nuestra Constitución”, dijo el gobernante de Venezuela, Nicolás Maduro, el pasado 15 de enero, ante el Parlamento de mayoría chavista.
Maduro pretende reformar la Carta Magna de Venezuela, vigente desde 1999 y que impulsó su mentor político, el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), quien ya había introducido actualizaciones al texto en 2009 para reelegirse indefinidamente.
“Es el momento preciso” para “una gran reforma histórica que adapte la Constitución de 1999 a los nuevos tiempos, con ideas nuevas para el avance, la transición a la nueva modernidad”, agregó Maduro durante un acto protocolar que duró más de dos horas.
El gobernante venezolano entregó entonces al Parlamento el primer borrador de la reforma, que abarca unos 80 artículos. No leyó ninguno de ellos. Hasta ahora, ningún funcionario ha informado con detalle sobre qué normas constitucionales buscarán cambiar.
Todo esto ocurre en medio de los cuestionamientos a su última reelección en unos polémicos comicios donde tanto el oficialismo como la oposición se atribuyen la victoria.
El Centro Carter ratificó está semana que el proceso electoral del pasado 28 de julio no cumplió con los estándares internacionales y no puede considerarse democrático.
El gobierno de Maduro ha rechazado en varias ocasiones los informes sobre el proceso, elaborados por organizaciones independientes como el Centro Carter, aunque aún no presenta pruebas concluyentes de la ventaja del gobernante sobre su principal oponente, el opositor Edmundo González, considerado como presidente electo por varios países.
La propuesta de reforma impulsada por el oficialismo venezolano incluye además “penas draconianas” – o sanciones excesivamente severas- a eventuales amenazas externas e internas para el país.