Lo que para la ciencia parecía improbable, para la fe fue una certeza. Daphne Ramírez madre de Travis Granados un joven de de apenas 16 años, que estaba en una cama de hospital tras un grave accidente. Los médicos habían indicado que era muy difícil que despertara, y aún más complicado que pudiera volver a caminar. Pero Daphne no se rindió y vio a Dios hacer un milagro.
“El pronóstico médico era complicado, dijeron que estaría no sé cuantos meses en coma y que incluso si despertaba, habría muchas secuelas. Pero yo decidí no soltar la fe. Le ponía oraciones de sanación, y cada día declaraba que estaba sano”, expresó.
El accidente obligó a una delicada cirugía en la cabeza de Travis, una intervención de alto riesgo. Pero en medio del dolor, la fe se volvió su medicina más poderosa.
“Dije que mi hijo iba a salir caminando de ese hospital. Y nunca lo dudé. Me dediqué a hacer todo lo que estaba en mis manos, y el resto lo dejé en manos de Dios”.
Contra todo pronóstico, Travis no solo despertó sino que salió del hospital caminando. Y lo más impactante, sin ninguna secuela mental, para Daphne fue un milagro.
“Travis continúa su recuperación en casa, en la tercera etapa del proceso. No es fácil, pero después de lo vivido, no hay imposibles”.