La comunidad ucraniana en Costa Rica se organizó para “desmentir las mentiras del Kremlin y dar a conocer los horrores de la guerra”

Hace un mes era impensable para la académica ucraniana Luidmila Kikish estar sentada en un café en Costa Rica hablando sobre la situación de su país con desconocidos. Posiblemente su vida seguiría la rutina que mantenía en San José desde que llegó hace más de 40 años, pero la invasión de Rusia lo cambió todo.

Desde que el pasado 24 de febrero Vladimir Putin ordenó invadir a Ucrania, esta académica pasó de las universidades a las plazoletas; de foros sobre arquitectura -que es su especialidad- a espacios de política; y de debates sobre sus estudios, a ponencias sobre la “masacre contra civiles” en su país natal.

Kikish gozaba de buena salud, según cuenta a la Voz de América. Vivir en uno de los países más pacíficos de América Latina era algo que disfrutaba, pero en las últimas semanas no es algo que la consolaba lo suficiente.

“Mientras yo estoy aquí, mis amigos, mi familia viven los bombardeos rusos. ¡Es terrible!”, dice visiblemente angustiada.

La ansiedad se ha apoderado de ella. Recién empezó la guerra en Ucrania comenta que dedicaba horas para informarse sobre lo que está ocurriendo en su país, al punto que su condición de salud se deterioró.

“Hace poco acompañé a un familiar al médico y a mí me vio ansiosa y me dijo: “¿Usted se siente bien?”. Yo le dije que sí, pero cuando me tomó la presión la andaba alta”, rememora.

Semanas atrás, al comienzo de la invasión rusa, Luidmila se unió a una convocatoria impulsada por estudiantes nicaragüenses que se encuentran en Costa Rica. Ahí encontró a su amiga Yulia Myronyuk, otra académica de una generación más reciente.

Las conversaciones entre ambas ya no eran sobre cómo estaban pasándola en Costa Rica u otros temas de la vida cotidiana.

“Ahí los nicaragüenses nos demostraron que aunque su presidente apoyaba a Rusia, sus ciudadanos no”, indicó Myronyuk.

Las protestas siguieron durante los días siguientes, pero ambas reflexionaron que debían hacer algo más contundente, de modo que se dividieron por grupos para colaborar en la lucha que vive el resto de los habitantes de su país.

“Una parte nos fuimos a divulgar en lo educativo sobre la guerra en Ucrania, otra parte a gestionar dinero para enviar ayuda económica, mientras que otros a contrarrestar las mentiras de Putin”, comentaron ambas.

Las ucranianas Luidmila Kikish y Yulia Myronyuk en Costa Rica. Foto Houston Castillo

Luidmila menciona que en Ucrania y Rusia se viven varias guerras, una de ellas señala que es “la guerra cibernética” que ha querido dominar Putin para justificar la invasión de Rusia a Ucrania.

“Evidentemente está la guerra tangente, que es donde se encuentran nuestros familiares, pero nosotros desde lejos nos preguntamos cómo poder ayudar y nuestros amigos, e incluso nuestros allegados nos dijeron: difundan lo que ocurre aquí al mundo, desmientan las falsedades de Putin. Él dice que en Ucrania es prohibido hablar ruso, eso es falso, entre otras cosas”, lamenta Luidmila.

Recientemente participó en un foro con académicos donde expuso la actual situación y dijo que estuvo sorprendida porque en dicho espacio había personas “anti-Estados Unidos y prorusos y se miraban con argumentos pocos creíbles”.

Por su parte Yulia Myronyuk, quien lleva quince años en Costa Rica, dice que ha dado charlas en el colegio privado donde imparte clases. De hecho menciona que los niños del colegio le preguntan sobre Ucrania.

Incluso, explica Myronyuk, los niños del colegio donde ella trabaja hicieron varios dibujos que los presentará a los menores en Ucrania para que no se sientan solos y vean que hay un apoyo en todos los ámbitos.

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